4 Noviembre 2019

Distintos colectivos y personas, a quienes preocupa el proceso de calentamiento global y desertización progresiva de buena parte de la Península Ibérica que anuncian las investigaciones más solventes, han decidido poner en marcha la Misión Ardilla, en línea con la campaña del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Plantemos para el Planeta, que ya ha conseguido el reto de plantar 47 millones de árboles en España, o lo que es lo mismo, un árbol por habitante.

Ahora se trata de proseguir con dichas plantaciones y desarrollar un proyecto educativo que intente que los niños de corta edad se identifiquen con los árboles que planten, en aras de que crezcan con un “amigo árbol”. O dos. O tres.

“La iniciativa se dirige al ámbito familiar, municipal, social y educativo, a fin de que los menores siembren árboles, les bauticen y mantengan una relación estrecha con cada uno de ellos, preocupándose de su riego y compartiendo con sus allegados fotos del árbol, a medida que crezca”, aseguran los impulsores del proyecto, que pretenden equiparar la relación de los niños con las plantas a semejanza de la que mantienen muchos de ellos con sus mascotas animales.

“Pero si el perro nos ofrece su amistad, el árbol nos da el oxígeno que respiramos. Sin ese aire no existiríamos nosotros ni el perro”, aseguran los promotores de esta iniciativa que se ha fijado como meta la plantación de ocho millones de árboles en diez años. El objetivo no es sólo aumentar el número de árboles vivos, sino y sobre todo, que el niño o la niña empatice con ese ser vivo.

La Misión Ardilla se basa en la leyenda de que una pequeña ardilla podría recorrer la Península Ibérica de cabo a rabo, saltando de rama en rama. El mito de la “ardilla viajera”, atribuido a Plinio y a Estrabón, fue difundido en su día por Félix Rodríguez de la Fuente en su programa de TVE, “El Hombre y la Tierra”. Ese es el espíritu que, al igual que otras convocatorias similares que han trascendido en los últimos años, pretende luchar contra el cambio climático de una manera práctica y pedagógica.

La Misión Ardilla se articularía, en principio, a través de las concejalías de Medio Ambiente de los 480 Ayuntamientos existentes en Andalucía. A través del pleno municipal o de la alcaldía se extendería la propuesta a los centros escolares de cada localidad, en una horquilla de edad de entre 8 a 12 años, incluyendo primero de ESO.

A partir de que se decida el tipo de árbol a plantar en cada hábitat, los menores, acompañados en su caso por sus familiares, etiquetarían con su nombre a su “Amigo árbol”, responsabilizándose de su crianza y cuidado, en zonas ajardinadas, ejido, terrenos de monte del ayuntamiento u otros, o, incluso, en terrenos privados, previo acuerdo con sus propietarios. Las tareas más duras, como la apertura de agujeros para la siembra, sería asumida por empleados municipales o por voluntarios.

Se trata de establecer una relación personal entre el niño y él árbol, hasta el punto de que el menor regará con su botella de agua el árbol elegido y él mismo beberá de ella para aprender a compartir los recursos del planeta con los vegetales. Cada niño/a leerá en voz alta una promesa en la que facilite su nombre y el que haya decidido para el árbol, bajo la premisa de formar parte de la Naturaleza y por ello prometa respetarla.

La campaña se articulará a través de una página web que ya se ha puesto en marcha bajo el siguiente link http://www.misionardilla.org Cada concejalía de Medio Ambiente y/o Colegios creará, por su parte, un blog para sus alumnos y ellos podrán contar en él sus pareceres, historias, poemas dedicados al árbol, proyectos, o declaraciones sobre su amor al planeta.

En el proceso organizativo, convendría concretar una fecha que serviría como fetiche y reclamo para institucionalizar la jornada de siembra, de manera periódica y para que no se limite a una actividad aislada.

Según datos de organismos conservacionistas, los bosques representan el hábitat natural del 90 por ciento de las especies animales y vegetales. Con la perdida de los bosques tres especies desaparecen cada hora. La deforestación y la degradación de los bosques están costando a la economía mundial casi 3 trillones de euros al año, más que lo que costó y sigue costando la crisis financiera.

A escala estatal, desde hace varios años y con este mismo propósito, se puso en marcha el proyecto Ardilla, a fin de propiciar la conectividad entre los espacios naturales, permitiendo una mejor preservación y gestión de los ecosistemas naturales, así como la restauración de las áreas deforestadas. En ese contexto, que propicia las migraciones de fauna y flora entre los distintos territorios, se inscribe nuestra Misión, que mantiene, sin embargo, su propia personalidad, independencia y alcance.

Enlace para la descarga del texto e imágenes del logotipo: NotaPrensa 04-11-2019